Incertidumbre en el mercado eléctrico
Las energías renovables (solar y eólica) aportan 27% de la demanda de electricidad del país en este momento, pero existe incertidumbre en el mercado por el cierre de algunas plantas térmicas que representan el respaldo de potencia firme para el sistema.
La energía solar y eólica no son reconocidas como potencia firme porque dependen del sol y el viento que solo son constantes durante la temporada seca.
El informe del Centro Nacional de Despacho (CND) reporta que más del 60% de la energía que se suministró el pasado domingo provino de plantas hidroeléctricas, mientras el 10% era de solares y 17% de eólicas. Un 7% de plantas térmicas y el restante 6% de intercambio.
La demanda máxima alcanzó los 1,969 megavatios (MW) en marzo de 2020, antes de que comenzara la pandemia. Desde entonces se ha mantenido por debajo debido al cierre de locales comerciales y la paralización de otras actividades por orden del Ministerio de Salud para tratar de contrarrestar los efectos de la pandemia.
e acuerdo con información del CND, Panamá tiene una capacidad instalada de 3,193 MW (incluyendo generación en prueba y generación que aún no entra en operación comercial).
De este total se considera únicamente 1,908 MW como potencia firme, que es realmente la garantía de suministro que existe en las plantas generadoras, advierte Mónica Lupiáñez de InterEnergy Group y de la Asociación Nacional Panameña de Generadores Eléctricos (Anpag).
Las energías renovables (solar y eólica) aportan 27% de la demanda de electricidad del país en este momento, pero existe incertidumbre en el mercado por el cierre de algunas plantas térmicas que representan el respaldo de potencia firme para el sistema.
La energía solar y eólica no son reconocidas como potencia firme porque dependen del sol y el viento que solo son constantes durante la temporada seca.
El informe del Centro Nacional de Despacho (CND) reporta que más del 60% de la energía que se suministró el pasado domingo provino de plantas hidroeléctricas, mientras el 10% era de solares y 17% de eólicas. Un 7% de plantas térmicas y el restante 6% de intercambio.
La demanda máxima alcanzó los 1,969 megavatios (MW) en marzo de 2020, antes de que comenzara la pandemia. Desde entonces se ha mantenido por debajo debido al cierre de locales comerciales y la paralización de otras actividades por orden del Ministerio de Salud para tratar de contrarrestar los efectos de la pandemia.
De acuerdo con información del CND, Panamá tiene una capacidad instalada de 3,193 MW (incluyendo generación en prueba y generación que aún no entra en operación comercial).
De este total se considera únicamente 1,908 MW como potencia firme, que es realmente la garantía de suministro que existe en las plantas generadoras, advierte Mónica Lupiáñez de InterEnergy Group y de la Asociación Nacional Panameña de Generadores Eléctricos (Anpag).
Lupiáñez explicó que antes de que finalice el año existe la posibilidad de que se retiren 261 megavatios (MW), con lo cual se reducirá la potencia firme del sistema a 1,647 MW.
Indicó que de estos 1,908 MW, el 43% proviene de centrales térmicas y 57% de centrales hidroeléctricas. “Es necesario recordar que las centrales eólicas y solares según la regulación panameña no se les asigna potencia firme, aunque en épocas del año sí la estén aportando”, manifestó Lupiáñez.
Ante este panorama se desconoce la suerte de algunos proyectos de generación eléctrica con gas natural licuado, que ya debían estar en operación. Se trata de los proyectos de Panamá NG Power (670 MW) y la china Sinolam Smarter Energy (441 MW), que ya tienen contratos de suministro de energía con las empresas de distribución eléctrica, ENSA y Naturgy. A las plantas de gas natural sí se les reconoce potencia firme.
Mientras tanto, los mercados energéticos están afrontando grandes retos como consecuencia de la evolución tecnológica y la digitalización que impacta la manera en la que usualmente desarrollaban sus actividades. “Este periodo de cambio le conocemos como transición energética y hoy por hoy, es el mayor reto que afrontan los mercados energéticos, incluido el panameño”, recordó Lupiáñez.
La consecución de objetivos estratégicos establecidos como país en reducir la emisión de gases de efecto invernadero y aumentar la participación de las energías renovables en el sistema, sin sacrificar a la vez confiabilidad en el suministro, presenta un desafío a las autoridades y actores del sector.
Los representantes del sectores reconocen que se deben proponer y aplicar los cambios normativos que se requieren para incorporar las nuevas tecnologías en beneficio de los usuarios y sus actores.